“La coyota y su cría” se caen a pedazos y nadie, ni autoridades, iniciativa privada o los propios activistas que participaron en su elaboración, se han preocupado en darle mantenimiento.
Esta estatua de metal y madera instalada el 27 de agosto de 2019 en la parte sur de la ciudad, a un costado de las vías del tren, mide 5.70 metros de largo y 3.75 metros de ancho.
Fue realizada por el artista plástico Libre Gutiérrez Martínez con la participación de la organización civil mexicana Sin Frontera y el colectivo ciudadano Estación Cultural Tapachula. La obra es de madera reciclada, con tarimas y estructura de hierro.
Luego de cuatro años de inaugurada, poco a poco su estructura se ha ido cayendo y despintando. Todavía se puede leer y ver en sus costados el mapa de México y el nombre de los albergues que existen en los estados de la república.
En este año se acentuó el descuido y el olvido de quienes en su momento fueron los promotores de “La coyota y su cría”, que fue realizada con la finalidad de sensibilizar a la población tapachulteca y de la región que los migrantes son personas como cualquier otra que tienen sueños que desean cumplir.
En su momento, también se dijo que se buscaba crear un espacio para que los migrantes de cualquier nacionalidad o los propios habitantes de esta ciudad, pudieran acudir a este lugar y crear lazos de amistad y unidad.
Cabe mencionar que hay tres obras de este tipo en México: una en la colonia Lechería, Estado de México; una en el barrio Hércules, en el estado de Querétaro y la tercera en Tapachula.
Las esculturas tienen el objetivo de dar un enfoque integral al fenómeno migratorio, fundamentalmente con el respeto a los derechos humanos de los migrantes, quienes se ven obligados a salir de sus países de origen para proteger su integridad física y encontrar mejores condiciones de vida.