La Perla del Soconusco poco a poco ha ido perdiendo su brillo ante la determinación de administraciones municipales de eliminar las fuentes ornamentales, piezas icónicas que daban una buena imagen a la ciudad.
Y es que en los últimos años, diez de las 11 fuentes ornamentales que había en diversos puntos de la zona urbana de Tapachula fueron reconvertidas en jardineras.
Las fuentes ornamentales estaban ubicadas en la 8ª. Av. Norte frente al Club Campestre, en la 8ª Norte y 19ª Poniente; otra de origen oriental, sobre la misma 8ª Norte y la 15ª Poniente.
Otra que estaba en el parque Las Etnias, la que estaba en el parque central a un costado del kiosco, la denominada danzarina que funcionó con música en el parque Bicentenario, la polémica y costosa fuente Atzacua, ubicada al oriente en la entrada a Bonanza; la que estaba en la 4ª Sur y rotonda de Belisario Domínguez; la del acceso al parque Los Cerritos y la de Solidaridad, frente al Teatro Amparo Montes.
Actualmente la única fuente que sigue en funciones en Tapachula y que representa un ícono en la ciudad es la ubicada sobre el parque central Miguel Hidalgo, misma que pese a los trabajos de remodelación fue considerada en el proyecto.
Fuentes, fueron obras de relumbrón
Hans Kabs Vela, integrante del Colegio de Arquitectos de Chiapas, dio a conocer que en Tapachula, la existencia de fuentes ornamentales con pocas características arquitectónicas se volvió común en distintos puntos de la ciudad, ya que alcaldes anteriores para justificar gastos se dieron a la tarea de construirlas
Dijo, en proyección de esas obras ejecutadas con dinero público no se tomó en cuenta lo caro que resultaba el mantenimiento de las fuentes, por lo que al poco tiempo dejaron de funcionar sin que nadie hiciera algo al respecto.
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Señaló que en la ciudad se inauguraron con bombos y platillos las fuentes danzantes en el parque Bicentenario y en el parque central, que si bien en su momento dieron una buena imagen a la ciudad, al final el gusto duró muy poco.
"Muchas de las fuentes fueron inauguradas por alcaldes como grandes obras, un ejemplo de ello es la costosísima fuente Atzacua, que lejos de dar una imagen positiva a la ciudad, se convirtió en el símbolo de la vergüenza y corrupción", sostuvo.
Resulta más económico la conversión para las autoridades que reestructurarlas o reactivarlas
Hans Kabs, arquitecto
El arquitecto, Hans Kabs, sostuvo que la falta de mantenimiento fue el principal factor por las cuales las fuentes fueron abandonadas y posteriormente reconvertidas por las autoridades en jardineras.
"El cambio es quizá porque en muchos de los casos resulta más económico la conversión para las autoridades que reestructurarlas o reactivarlas por las condiciones en que se encontraban", abundó.
Detalló que con las nuevas jardineras en lo que fueron fuentes ornamentales se pretende evitar basureros e incluso, que las personas puedan utilizarlas para hacer sus necesidades fisiológicas como ocurría o que sean fuentes de olores fétidos, focos de infección y paraíso de zancudos portadores de dengue, paludismo, zika o chikungunya.
Solo queda el recuerdo
Jorge Villanueva, cronista independiente de Tapachula, expresó que lamentablemente de las fuentes ornamentales solo quedan en el recuerdo, ya que dejaron de funcionar desde hace tiempo.
Remarcó que en la ciudad habían fuentes que daban identidad, como la fuente Los Huacales, que en un principio estuvo en la glorieta de Bonanza, así como las fuentes del parque central.
"Las fuentes daban identidad a la ciudad, porque muchas familias y turistas se quedaban maravillados con las infraestructuras, pero lamentablemente, a las autoridades se les hizo más fácil eliminarlas que rehabilitarlas", acotó.
Mencionó que ejemplos de la mala proyección de esas obras ejecutadas con dinero público son muchas, sin embargo, el monumento a la corrupción corrió a cargo del exalcalde Samuel Chacón Morales, quien realizó la fuente Aztacua, mejor conocida como “La Crayola”.
Recordó que la Atzacua tuvo un costo final superior a los 36 millones de pesos y que solo funcionó unos cuantos días con chorros danzantes que pocos recuerdan, porque de inmediato sufrió afectaciones como fisuras, daños en el sonido e iluminación por daños a los controles que costó reparar a la administración siguiente casi cinco millones de pesos, pero que tampoco duró mucho y hoy está prácticamente abandonada, siendo reconocida como un monumento a la corrupción.