Humberto es un hombre ya maduro que ha sabido disfrutar su vida. Aunque en el amor no le ha ido muy bien, puede presumir que a sus dos exparejas les dio todo, a lo mejor tiempo no, pero en cuanto a lo demás se entregó por completo, por lo que lleva una bonita relación con ellas.
Afortunadamente hoy puede disfrutar del tiempo, tiempo que quisiera compartir con alguien. Esta situación le inquietaba mucho, tal vez por los años y las canas, aunque, al parecer, ese alguien ya llegó. Sofía es una mujer madura, igual que él, de plática exquisita y vestimenta reservada, el pequeño toque de maquillaje en su rostro no oculta su madurez y experiencia.
Pueden pasar horas platicando, en el teléfono, en persona, o en las redes sociales, no importa, ya es inevitable que la busque todos los días. Pero Humberto ya no quiere ser su novio, necesita expresarle sus sentimientos y decirle que quiere que compartan la vida.
Cual joven preparatoriano, estaba nervioso por lo que ella puede pensar, ¿y si lo rechaza?, ¿si prefiere seguir igual? El pasado a veces cobra facturas. Se sigue cuestionando, algunos de sus amigos le dan recomendaciones fuera de lugar que no congenian con lo que él siente. Por fin se decide a invitarla a comer, tiene que ser algo muy muy especial porque ahí le pedirá matrimonio.
Se decidió por el lugar donde la conoció, La Taba del Borrego, ahí por la 3ª Sur esquina 8a Oriente, no había mejor opción. Pediría la misma comida, aunque sin tirarle el jugo esta vez. Le llamó a Didier para que le reservara una mesa, el trío llegaría a las 6 y las flores estarían en el restaurante desde las 12 del día; girasoles, le encantan.
No había invitados de ningún tipo, sólo ellos quedaron de verse ahí en el restaurante a las 3 de la tarde. A las 2:30 Humberto ya estaba sentado esperando. Habían pasado como cinco minutos cuando entraron unos amigos en común. ¿Qué hacen acá? —se preguntó—. Lo fueron a saludar. Cuando le preguntaron qué hacía ahí, dijo que iba a comer con Sofía y que les agradecía pero que en esa ocasión no los podían acompañar. Lo vieron raro, no sabían qué le pasaba o qué tenía.
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Después de escasos 15 minutos, otros amigos en común también llegaron a comer barbacoa y menudo a La Taba del Borrego. No pudieron evitar las bromas cuando vieron qué estaba tomando “¿Tú tomando agua con este calor?”. —No me vayan a estar molestando cabrones, por favor, tengo algo importante qué hacer con Sofía, que ya viene para acá— les dijo en tono bastante serio. —¿Pues qué te traes? —le contestaron un poco confundidos—, ¡ni que le fueras a pedir matrimonio! Todos se carcajearon, hasta él de los nervios. —Bueno, allá tú —le contestaron y se fueron a una mesa cercana—.
Sofía llegó con cinco minutos de retraso. Blusa azul con rayas blancas y un pantalón color beige, sus infaltables zapatos de diseñador, el cabello recogido en una cola, discretamente maquillada, como siempre se veía radiante. Él quedó mudo, ella rompió el hielo diciéndole “mira mis uñas”, lo que sirvió de pretexto perfecto para que le agarrara la mano. Se dieron un beso, se abrazaron y él le dijo al oído algo que no se puede publicar (…).
Ante la mirada de las tres mesas (aunque los de la tercera mesa no se sabe bien quiénes eran pero también estaban atentos), decidió saltarse todo lo planeado y le pidió matrimonio. El silencio fue completo, como si alguien hubiera pedido silencio total, ni carros pasaron en la calle. “¡Ya te habías tardado!” le dijo Sofía. Era imposible no aplaudir, todos los presentes armaron una gran bulla.
De puro gusto, La Taba del Borrego mandó jugos para todos. La primera ronda de tequilas fue invitada por sus amigos, y no se sabe quién mandó los mensajes pero para las 4:30 de la tarde, más de 10 amigos en común ya estaban ahí presentes para felicitarlos, y de paso peleándose por ser los padrinos de anillos, de arras…. Para cuando el trío llegó, la fiesta ya estaba encaminada. Los nervios se habían convertido en risas y felicidad. Las miradas estaban puestas en el futuro nuevo matrimonio.
Por supuesto no es la primera vez que cosas bonitas ocurren en las mesas de La Taba del Borrego, desde reconciliaciones hasta negocios. Algo tiene la comida de este mágico lugar, la barbacoa, la forma en que sirven, lo generoso de sus platillos, el servicio, las bebidas… todo hace que las personas se sientan a gusto, coman rico, y que hasta se sientan respaldadas cuando toman decisiones importantes.