La urbanización de Tapachula no solo ha representado el desarrollo de la ciudad, sino también el factor de la desaparición de lugares emblemáticos, que hoy solo quedan en los recuerdos de las personas que nacieron a mediados del siglo XX.
Uno de los lugares que solo viven en la memoria de los más viejos, es el Lago Eureka, un cuerpo de agua artificial que representó un lugar de sano esparcimiento para las familias tapachultecas.
En 1958 inició la construcción del Centro Recreativo Lago Eureka, un lago artificial que se encontraba al oriente de la ciudad y era abastecido por las aguas del río Texcuyuapan, en cuya época se encontraba limpio.
Un año más tarde, es decir en 1959, fue inaugurado, su propietario era don Herminio Martinez, cuyo lago se convirtió rápidamente en un lugar de diversión y espaciamiento para las familias tapachultecas.
De acuerdo a la información Tapachula a través del tiempo, el centro recreativo Lago Eureka contaba con una isla en donde las familias podían caminar y disfrutar del hermoso paisaje, ya que ahí se encontraba un Guacamaya, en donde los visitantes podrían apreciar sus alas de colores.
En el lago se daban paseos en lanchas de remo, y su costo era de un peso, lo cual llamaba mucho la atención de los visitantes, ya que durante el trayecto también podían disfrutar de los alimentos que ellos mismos preparaban.
El Lago no era muy profundo, ya que apenas alcanzaba el metro y medio de hondo, sin embargo, no era apto para que las personas nadaran, ya que en ese año, las aguas del río Texcuyuapan comenzaban a contaminarse por descargas de aguas negras
En el Lago Eureka se congregaba la sociedad tapachulteca de principios y mediados del siglo XX. En este lugar mágico se encontraban chicos y chicas o familias enteras para pescar, remar y refrescarse las tardes, incluso en este lugar se dieron muchos romances entre los jóvenes de la época.
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De este atractivo, solo quedan los recuerdos, ya que las aguas contaminadas del río Texcuyuapan aumentaron los costos de mantenimiento, así como la muerte de su propietario, obligó a los responsables a cerrarlo de manera definitiva en 1962, a pesar de ser un lugar muy concurrido.
La urbanización no solo fue el parteaguas del desarrollo económico de Tapachula, sino también provocó la desaparición de grandes atractivos, ya que en la actualidad, el área de lo que un día fue el centro recreativo Lago Eureka es ocupada por el Hotel Kamico, parte del Colegio Miguel Hidalgo y una plaza comercial, que hoy se encuentra abandonada.