/ domingo 25 de junio de 2023

Luis Enrique Ramírez, el arte del proyecto hecho realidad

De personalidad extrovertido, carácter pacífico, detallista y de buenas costumbres, es un profesional, ha demostrado ser profeta en su tierra

Luis Enrique Ramírez Cruz, está en el mejor momento de su vida. Es hijo del profesor José Ramírez y la maestra Araceli Cruz, es el mayor de cuatro hermanos y desde niño supo que el diseño y la construcción, eran lo suyo.

Nació el 26 de julio de 1985, y según, es Leo, el rey del zodiaco. Reza que los “Leo” son personas leales, muy comunicadores, son lideres auténticos y generalmente son de personalidad extravagante, son egocéntricos, gustan de llamar la atención y en pocas palabras, el arte les corre por la sangre.

Nació y fue educado por dos maestros. Su madre con una plaza en Contepec Michoacán, obliga a que su padre la siguiera y ahí, en ese pueblo frío y pintoresco estudia parte de la primaria, hasta que su padre consigue un cambio a Villa Comaltitlán, en donde estudia 4º y 5º grado de primaria.

Suerte de la vida, su madre fue su maestra en preescolar y su papá en los primeros años de primaria. “Era difícil para mí pues al ser el hijo del profesor, me exigían más”.

Es el nieto de aquel famoso basquetbolista apodado “la cubana”, y siendo maestro de educación física, lo rescata de Villa Comaltitlán para que cursara el 6º grado, en la escuela 20 de noviembre de la colonia San José El Edén.

Al terminar el bachillerato en la famosa Prepa I, influenciado por un tío renuncia a su vocación e ingresa al Instituto Tecnológico para convertirse en Ingeniero Civil, pero a la vocación no se le puede cambiar el rumbo, así que, al terminar la carrera de ingeniería, ingresa a estudiar arquitectura en la UVG.



Cuenta que siendo estudiante ya hacía sus pininos, arreglando fachadas y practicaba con trabajos que sus amigos le pedían. Siempre ha trabajado ya que sus padres lo educaron en medio del esfuerzo y del trabajo diario, le enseñaron que esta vida no era fácil y, aún con profesión, sudaría para conquistar el mundo.

Convertido en Arquitecto viaja a ciudad de México a estudiar una maestría en urbanismo y, en el año 2003, vuelve a Chiapas, a su tierra natal y cuenta que su primer trabajo fue el diseño y la construcción de un invernadero en Cacahoatán Chiapas.

Regresa porque su abuelo, el pilar más fuerte en su vida, se enferma. Su abuelo fue Neftalí Cruz Martínez, aquel famoso basquetbolista que hizo historia en el deporte del baloncesto apodado “la cubana”; le da un infarto y provoca que nuestro entrevistado regrese a Tapachula.

El arquitecto en exclusiva para Diario del Sur, confiesa que su obra, la primera y la más importante fue haber rescatado un edificio antiguo del siglo pasado. En el año 2010, realiza el estudio y trabaja en un proyecto, su misión era salvar una obra de los años cincuenta y volverla a la vida con los bríos y el sello de la época.

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Así ingresa de lleno para sumergirse en el proyecto de aquella casona, continuando con la tradicional arquitectura vernácula de la región, con amplios corredores, el uso de celosías de ladrillo y arcadas en el corredor principal.

Se trataba de un proyecto romántico, pues la idea nació del amor por conservar una casa antigua tanto como de su adaptación a nuevos usos. Proyectando la ampliación para convertirlo en un hotel, marcando una línea del tiempo “entre lo que ya existía y la construcción nueva”

Luis Enrique Ramírez Cruz, es el creador del Hotel La Casa Rosada, y es a partir de esa obra que en su vida sucede un parteaguas, a partir de ese trabajo en donde aplica toda su sensibilidad y amor, su fama y prestigio lo salvan colocándolo como uno de los mejores arquitectos del momento.


Es el creador del Hotel La Casa Rosada/Foto: Carlos Morán | Diario del Sur


Luis Enrique Ramírez es un soñador sin límites, un hombre que echa a volar su imaginación cuando se trata de un proyecto nuevo, en eso está hoy, en una obra en donde la puerta principal tiene 7 metros de alto. No es una obra cualquiera, es romper con lo tradicional y en eso se pone guapo, se pule.

“La puerta de 7 metros en la entrada de una mansión situada en una colonia de Tapachula, es una nueva tendencia mundial, además, los clientes la pidieron y en base a ello se trabajó en el diseño de una casa que bien vale la pena conocer”

Su vocación por el arte y la construcción comenzó a verse siendo un niño y en esa época, él jugaba a hacer casitas y un hermano de su mamá que era arquitecto, lo inspiraba a seguir sus pasos. Recordemos que la educación y la formación de un niño es en base al ejemplo, de donde vive y del ambiente en donde se desarrolla.

Al sentirse incompleto siendo ingeniero civil decide ingresar a estudiar arquitectura. Pero no todo termina ahí, ser arquitecto invita a viajar, conocer el mundo y porque no, conocer otras corrientes de arquitectos que han hecho historia.

Es un profesional de la arquitectura que realiza una maestría en urbanismo y posteriormente en Tapachula, cursa una maestría en perito valuador.

Su sensibilidad y calidad humana, dejan ver en él una historia de vida al lado de sus colaboradores como José, Rigo, el chino, maestro de obra, electricista y fontanero y detallista, respectivamente. Son hombres que tienen trabajando con Luis Enrique 15 años, colaboradores con quienes ha remado asegurando que, sin ellos, su obra no puede verse como se proyecta.

Reconoce que un arquitecto si no se hermana y acepta que compartir un proyecto con el colaborador de rango más bajo hasta el maestro de obra, no podría tener éxito, asegurando que su éxito es gracias a su gente, sus colaboradores, su equipo. Son su segunda familia, remarcó.


Hoy, haciendo un recuento de su vida y de sus obras, explica que son poco más de 140 obras que ha realizado desde que comenzó en esta aventura de construir casas, algo tan difícil como hacer un rascacielos, porque se trata de conocer bien a quienes van a vivir adentro.

Ver su trabajo entregándolo a una pareja, ver la expresión de sus clientes cuando sus ideas y en cómo deseaban vivir, lo ven hecho realidad, esa satisfacción es el mejor pago, es el premio que lo empuja a seguir comprando inspiración en sus sueños.

Un arquitecto como él, es un artista, un hombre que fabrica el paraíso de una familia, una empresa o simplemente un espacio comercial, y Luis Enrique Ramírez Cruz, es un hombre tocado por la belleza, un hombre que en muchas ocasiones produce inspiración, embrujo, magia, encantamiento y también las de serenidad.

De personalidad extrovertido, carácter pacífico, detallista y de buenas costumbres, es un profesional de la arquitectura que ha demostrado ser profeta en su tierra.

Luis Enrique Ramírez Cruz, es soltero y tiene 38 años. Cuando le pregunto sobre su vida romántica, no lo piensa mucho y asegura que es su trabajo, es el romance más grande con lo que ha vivido y vivirá para siempre. Ha compartido el espacio con mujeres maravillosas, pero no ha llegado la ideal para fundar una familia con hijos y perro.

Comentarios: morancarlos.escobar1958@gmail.com

Luis Enrique Ramírez Cruz, está en el mejor momento de su vida. Es hijo del profesor José Ramírez y la maestra Araceli Cruz, es el mayor de cuatro hermanos y desde niño supo que el diseño y la construcción, eran lo suyo.

Nació el 26 de julio de 1985, y según, es Leo, el rey del zodiaco. Reza que los “Leo” son personas leales, muy comunicadores, son lideres auténticos y generalmente son de personalidad extravagante, son egocéntricos, gustan de llamar la atención y en pocas palabras, el arte les corre por la sangre.

Nació y fue educado por dos maestros. Su madre con una plaza en Contepec Michoacán, obliga a que su padre la siguiera y ahí, en ese pueblo frío y pintoresco estudia parte de la primaria, hasta que su padre consigue un cambio a Villa Comaltitlán, en donde estudia 4º y 5º grado de primaria.

Suerte de la vida, su madre fue su maestra en preescolar y su papá en los primeros años de primaria. “Era difícil para mí pues al ser el hijo del profesor, me exigían más”.

Es el nieto de aquel famoso basquetbolista apodado “la cubana”, y siendo maestro de educación física, lo rescata de Villa Comaltitlán para que cursara el 6º grado, en la escuela 20 de noviembre de la colonia San José El Edén.

Al terminar el bachillerato en la famosa Prepa I, influenciado por un tío renuncia a su vocación e ingresa al Instituto Tecnológico para convertirse en Ingeniero Civil, pero a la vocación no se le puede cambiar el rumbo, así que, al terminar la carrera de ingeniería, ingresa a estudiar arquitectura en la UVG.



Cuenta que siendo estudiante ya hacía sus pininos, arreglando fachadas y practicaba con trabajos que sus amigos le pedían. Siempre ha trabajado ya que sus padres lo educaron en medio del esfuerzo y del trabajo diario, le enseñaron que esta vida no era fácil y, aún con profesión, sudaría para conquistar el mundo.

Convertido en Arquitecto viaja a ciudad de México a estudiar una maestría en urbanismo y, en el año 2003, vuelve a Chiapas, a su tierra natal y cuenta que su primer trabajo fue el diseño y la construcción de un invernadero en Cacahoatán Chiapas.

Regresa porque su abuelo, el pilar más fuerte en su vida, se enferma. Su abuelo fue Neftalí Cruz Martínez, aquel famoso basquetbolista que hizo historia en el deporte del baloncesto apodado “la cubana”; le da un infarto y provoca que nuestro entrevistado regrese a Tapachula.

El arquitecto en exclusiva para Diario del Sur, confiesa que su obra, la primera y la más importante fue haber rescatado un edificio antiguo del siglo pasado. En el año 2010, realiza el estudio y trabaja en un proyecto, su misión era salvar una obra de los años cincuenta y volverla a la vida con los bríos y el sello de la época.

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Así ingresa de lleno para sumergirse en el proyecto de aquella casona, continuando con la tradicional arquitectura vernácula de la región, con amplios corredores, el uso de celosías de ladrillo y arcadas en el corredor principal.

Se trataba de un proyecto romántico, pues la idea nació del amor por conservar una casa antigua tanto como de su adaptación a nuevos usos. Proyectando la ampliación para convertirlo en un hotel, marcando una línea del tiempo “entre lo que ya existía y la construcción nueva”

Luis Enrique Ramírez Cruz, es el creador del Hotel La Casa Rosada, y es a partir de esa obra que en su vida sucede un parteaguas, a partir de ese trabajo en donde aplica toda su sensibilidad y amor, su fama y prestigio lo salvan colocándolo como uno de los mejores arquitectos del momento.


Es el creador del Hotel La Casa Rosada/Foto: Carlos Morán | Diario del Sur


Luis Enrique Ramírez es un soñador sin límites, un hombre que echa a volar su imaginación cuando se trata de un proyecto nuevo, en eso está hoy, en una obra en donde la puerta principal tiene 7 metros de alto. No es una obra cualquiera, es romper con lo tradicional y en eso se pone guapo, se pule.

“La puerta de 7 metros en la entrada de una mansión situada en una colonia de Tapachula, es una nueva tendencia mundial, además, los clientes la pidieron y en base a ello se trabajó en el diseño de una casa que bien vale la pena conocer”

Su vocación por el arte y la construcción comenzó a verse siendo un niño y en esa época, él jugaba a hacer casitas y un hermano de su mamá que era arquitecto, lo inspiraba a seguir sus pasos. Recordemos que la educación y la formación de un niño es en base al ejemplo, de donde vive y del ambiente en donde se desarrolla.

Al sentirse incompleto siendo ingeniero civil decide ingresar a estudiar arquitectura. Pero no todo termina ahí, ser arquitecto invita a viajar, conocer el mundo y porque no, conocer otras corrientes de arquitectos que han hecho historia.

Es un profesional de la arquitectura que realiza una maestría en urbanismo y posteriormente en Tapachula, cursa una maestría en perito valuador.

Su sensibilidad y calidad humana, dejan ver en él una historia de vida al lado de sus colaboradores como José, Rigo, el chino, maestro de obra, electricista y fontanero y detallista, respectivamente. Son hombres que tienen trabajando con Luis Enrique 15 años, colaboradores con quienes ha remado asegurando que, sin ellos, su obra no puede verse como se proyecta.

Reconoce que un arquitecto si no se hermana y acepta que compartir un proyecto con el colaborador de rango más bajo hasta el maestro de obra, no podría tener éxito, asegurando que su éxito es gracias a su gente, sus colaboradores, su equipo. Son su segunda familia, remarcó.


Hoy, haciendo un recuento de su vida y de sus obras, explica que son poco más de 140 obras que ha realizado desde que comenzó en esta aventura de construir casas, algo tan difícil como hacer un rascacielos, porque se trata de conocer bien a quienes van a vivir adentro.

Ver su trabajo entregándolo a una pareja, ver la expresión de sus clientes cuando sus ideas y en cómo deseaban vivir, lo ven hecho realidad, esa satisfacción es el mejor pago, es el premio que lo empuja a seguir comprando inspiración en sus sueños.

Un arquitecto como él, es un artista, un hombre que fabrica el paraíso de una familia, una empresa o simplemente un espacio comercial, y Luis Enrique Ramírez Cruz, es un hombre tocado por la belleza, un hombre que en muchas ocasiones produce inspiración, embrujo, magia, encantamiento y también las de serenidad.

De personalidad extrovertido, carácter pacífico, detallista y de buenas costumbres, es un profesional de la arquitectura que ha demostrado ser profeta en su tierra.

Luis Enrique Ramírez Cruz, es soltero y tiene 38 años. Cuando le pregunto sobre su vida romántica, no lo piensa mucho y asegura que es su trabajo, es el romance más grande con lo que ha vivido y vivirá para siempre. Ha compartido el espacio con mujeres maravillosas, pero no ha llegado la ideal para fundar una familia con hijos y perro.

Comentarios: morancarlos.escobar1958@gmail.com

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