Migrantes de diferentes nacionalidades que se quedaron sin dinero para continuar su viaje y llegar a los Estados Unidos, dieron a conocer que es muy triste y difícil pasar navidad lejos de casa, durmiendo en calles y sin saber si comerán.
Mencionaron que lo más complicado es para las niñas y niños que están en este viaje con sus padres, ya que ellos aún viven con la ilusión de que los visite Santa Claus y les regale algo para no pasar una triste navidad.
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Margarita Escobar, originaria de Venezuela, que viaja sola con su hija con llanto en los ojos dijo que es triste lo que están pasando, pero ya no puede retroceder y lo único que les queda es seguir luchando para alcanzar su destino con su hija.
Platicó que en el parque central se unieron a un grupo de venezolanos y se comparte lo poco que puede conseguir pidiendo un moneda a los mexicanos que están realizando sus compras navideñas o de fin de año
“Nosotras ya tenemos nuestros documentos, pero ahora el problema es la falta de recursos económicos para seguir nuestro viaje que se ha complicado mucho porque los Estados Unidos cerraron las puertas”, expresó.
Añadió que estas fiestas son muy dolorosas para todos los migrantes que están caminando por la carretera costera, durmiendo en parques, las calles de la ciudad o en la frontera norte de México con los Estados Unidos.
Miguel Ángel Córdoba, mencionó que extraña mucho a su familia, principalmente a sus hijas por las que salió de Venezuela y va para los Estados Unidos con la ilusión de poderl mandarlas a traer un día de estos.
“La navidad no es una muy buena fecha para mí, porque me trae mucha nostalgia y tristeza por estar lejos de mis hijas, mi esposa y mis padres, pero esto nos tocó vivir y no podemos quedarnos a medio camino”, manifestó.
Mencionó el grupo con los que están en el centro ya tienen su Forma Migratoria Múltiple y ahora están esperando juntar un dinero para poder seguir su camino a los Estados Unidos y cumplir con el objetivo.
Agustín Hernández, hondureño, dijo que mientras para muchas familias la navidad es alegría y felicidad, para los migrantes es dolor y tristeza por no estar con su familia en esta fechas de unidad y paz para todos en el mundo.
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“Yo ya llevo dos semanas en el parque central y hemos podido comer porque hay días que vienen personas de buen corazón nos regalan comida, café o pan, pero también hay ciudadanos que nos insultan o nos dicen que nos regresemos a nuestro país”, finalizó.