Cuando era niño, sus primeras letras las aprendió bajo el mando de una dama que no era maestra de profesión, era una mujer de carácter agrio que intimidaba con la sola mirada a sus demás compañeros, incluyéndolo a él, por supuesto. Esa convivencia con niños y ver a la maestra tan dura, despierta en él la vocación de poder enseñar algún día.
Nació en Mapastepec, Chiapas, en donde no había escuela superior, así que la única opción que tenía, después del bachillerato, era emigrar a la capital del estado y estudiar en la Escuela Rural de Mactumatzá, a donde ingresó en 1975.
Su espíritu revolucionario fue cultivado en esa escuela, ya que todos venían de familias humildes, eran hijos de ejidatarios, así que el estudio y la lectura les dio las armas para volverse contra el gobierno cuando de injusticia social se trataba.
Después, su primera experiencia como maestro la tiene en el municipio de Tila, Chiapas. Llegar a ese rincón chiapaneco le llevaba 3 días. De Yajalón a la cabecera municipal de Tila en un camión de redilas, ahí pernoctaba y al día siguiente viajaba entre bosques, ríos y ese paisaje maravilloso para llegar a su destino final: El Limar, muy cerca de Salto de Agua.
Un año después, en 1980, la suerte le beneficia y llega a Suchiate. En 1979 comienza el movimiento magisterial en Chiapas. Asegura que él nació siendo maestro con este movimiento. Es el maestro Miguel Ángel Grajales Estrada, el estelar de Diario del Sur.
Miguel Ángel presenta examen en la Escuela Nacional de Maestros, en la Ciudad de México. Aprueba, pero el gobierno cerró la escuela, e ingresa al Instituto Anglo Español para hacer la Licenciatura en Ciencias sociales, gracias a una beca de la SEP y a sus relaciones con quien fuera director de Escuelas Normales.
Ya con un postgrado, la maestra Tamayo lo invita para que imparta clases en el Instituto Chiapas, con los jóvenes de Trabajo Social, en la Escuela Normal de Educadores y en la primaria.
Pero Miguel Ángel Grajales siempre ha estado enamorado, él nació para casarse, tener hijos y un hogar. Por azares del destino conoce a la mujer con quien transitaría la aventura más larga de su existencia.
Cursando el penúltimo semestre en la Escuela Rural de Mactumatzá, es removido gracias a un movimiento estudiantil. Viaja expulsado junto con 12 compañeros más, todo el comité estudiantil fue repartido en algunas normales del país para desintegrar al grupo de supuesto conflictos y él es enviado a Tiripetío Michoacán. Después a la Escuela Normal de San Marcos, en Zacatecas, ahí termina y egresa convertido en profesor de enseñanza primaria, aunque también fue expulsado; un desfalco por el trámite para títulos, el recurso económico no llegaba al destino y 5 generaciones fueron afectadas.
Esta es la verdadera esencia de Miguel Ángel, ser un hombre honesto, democrático y justo, así que en ese momento crítico conoce a la mujer que le robó el corazón, abandona Zacatecas y al siguiente año vuelve por ella. Acompañado de una hermana, como lo marcaban las buenas costumbres, solicita a su novia en matrimonio. El 4 de julio de 1981 se casa y al día siguiente regresan a Chiapas para continuar trabajando. Ella, su compañera, encontró un espacio en este estado.
Miguel Ángel Grajales Estrada sirvió al país como docente por 38 años. Nació, se educó y ha vivido siempre con la ideología de que en este país haya justicia social. Él se considera de izquierda con sus respectivas consecuencias, porque comenzó en una época en que el sistema político mexicano tenía dormido y dominado al pueblo.
En 1988 participa en un movimiento social con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano a la cabeza de este movimiento, a quien conoce en Tapachula y lo acompaña a una conferencia de prensa, y en esta ciudad encabezaba el movimiento Don Antonio Valera Saa, a quien conoce y le acompaña a pesar de tener cero experiencia partidista, pero ágil en las movilizaciones.
En 1988 se une al movimiento de Cárdena y Valera. Él asegura haber sido testigo ocular de aquel fraude que se llevó a cabo en las instalaciones de la FIT. -Ese acontecimiento no se borra, te vuelve más fuerte y más sensible a la causa social-
Durante 38 años de servicio a la educación, Miguel ha disfrutado de su trabajo y su hogar integrado por tres hijos: Tania, Alan y Miguel.
Ha trabajado en comunidades alejadas de la civilización como “Brisas del Mar”, en el municipio de Suchiate. Esa escuela era tridocente, él daba clases a niños de primero y segundo. Después de dos años trabaja en “Barra de Cahoacán”, Chical, en donde solo se impartía hasta el 4º grado, así que para terminar la primaria los niños tenían que caminar 3 kilómetros.
Esa situación difícil para los niños lo lleva a hablar con sus compañeros y se atreven a formar el grado 5º y 6º para que los niños no tuvieran que caminar bajo el sol. Vivió 5 años en esa comunidad que los acogió a él y sus compañeros.
Miguel Ángel se despertaba a las 4 de la mañana todos los días y regresaba por la tarde para estar frente a grupo en el Instituto Chiapas.
En la Escuela Normal Rural, generalmente la población estudiantil veine de hogares muy pobres y tiene que venir de una familia de ejidatarios. La escuela, la comunidad, las carencias, las necesidades, superarse y crecer como jóvenes normalistas los obliga a ser mejores y buscar justicia social.
En 1997 presenta examen para ascenso a director, aprueba y la SEP lo mueve al municipio de Mapastepec. Para ser exactos, llega como director a una escuela en la comunidad de Valdivia (Hidalgo Novillero).
Vive el fenómeno natural que destruyó toda Valdivia, a él le toca hombro a hombro ayudar a la comunidad que perdió todo en aquella epopéyica inundación.
Miguel Ángel y sus compañeros fueron solidarios, se quedaron en aquel poblado devastado y bajo los árboles impartieron clases por espacio de dos años, se quedó 4 años en Valdivia, y prometió no moverse hasta ver la escuela de pie. Se construyó la escuela nueva y los alumnos le dieron el nombre de Ángel Albino Corzo.
Miguel Ángel Grajales es un hombre satisfecho, feliz porque ha cumplido su misión con la que llegó a este mundo, el 10 de mayo de 1958, en Mapastepec, Chiapas.
Es un hombre que habla de la democracia como debe ser, seguro de que sea el pueblo quien decida y no un partido o un gobierno. Así se formó, luchando por las injusticias sociales.
Fue expulsado de la Escuela Normal Rural Mactumatzá, precisamente por la erupción de un volcán y la gente que había sufrido consecuencias no era atendida por el gobierno; hacen un movimiento los normalistas para ayudarlos y a Miguel no le importaron las consecuencias, pues prefiere pagar la factura, pero ver al pueblo con justicia.
Jubilado, celebra todos los días con sencillez, humildad y desde su trinchera trabaja como lo hacen los hombres con su ideología democrática, por ver este país, estado y su tierra con justicia.
Es un ciudadano seguro que la democracia nace del espíritu combativo, de la lucha de necesidades del pueblo, de la gente, y él sigue de pie, en lucha, como cuando era joven.
morancarlos.escobar1958@gmail.com