El obispo de Tapachula, Jaime Calderón Calderón lamentó la situación de violencia que se vive en diversas regiones de Chiapas, cuya situación se expande como una pandemia criminal que atemoriza y roba la tranquilidad de las familias.
Dijo que la actual situación de violencia, inseguridad, extorsión, cobros de piso, asesinatos y robos no concuerdan con los datos que manejan las autoridades, los cuales no reflejan la realidad que vive la población.
Señaló que las estadísticas que se manejan de manera oficial no contemplan el altísimo número de delitos que no se denuncian, debido a la burocracia, al miedo paralizante ante la falta de seguridad en las denuncias y la misma impunidad que impera.
Indicó que quienes viven en estas tierras escuchan el clamor de un pueblo que sufre y al que se está sometiendo se puede asegurar que hay un alarmante aumento de violencia, especialmente en los municipios de la Sierra.
El líder religioso detalló que el creciente poder de grupos armados ha ido atemorizando a muchas familias y éstas deben huir para poder salvar la vida, otras tantas se someten al pago de estas nuevas "autoridades", para poder vivir y seguir sosteniendo a los suyos, además se han ido invadiendo más y más espacios, como una especie de pandemia criminal más letal que el propio Covid-19.
"Ante este enrarecido ambiente social todo debemos preguntarnos ¿qué hacer?. La proporción del fenómeno, la complejidad de sus causas, la inmensidad de su extensión como metástasis cancerígena que devora, la gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones exige asumir esa problemática con mucha seriedad, con comunes estrategias para entretejer la delicada red de relaciones humanas, sin la cual todos seremos derrotados ya desde el inicio", abundó.
Puntualizó que no basta con culpar a los gobiernos de antes y de ahora, aunque sea un derecho vivir en paz y la obligación de las autoridades garantizar un estado de derecho, sino más bien, es necesario coadyuvar con las instituciones para poner fin a esta problemática.