El recorrido de Rosy y su familia representa la lucha de miles de migrantes que enfrentan peligros y adversidades en su ruta hacia un futuro más prometedor en los Estados Unidos, ya que en sus país no tendrán la oportunidad de sacar adelante a la familia.
A pesar de las condiciones adversas, Rosy Hidalma Córdova, se aferra a la esperanza de alcanzar Estados Unidos, un país que representa para ella oportunidades de tratamiento médico para su enfermedad y la posibilidad de ayudar a su sobrino que va en silla de ruedas.
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Explicó que la incertidumbre y el miedo son compañeros constantes en su diario caminar, ya que además de lidiar con problemas de salud, están expuestos a riesgos físicos, incluyendo el robo, la violencia y la explotación durante el trayecto, pero eso no le quita el sueño de llegar a los Estados Unidos.
“Yo he caído desmayada y la personas que van en caravana me están ayudando para poder avanzar con mi sobrino, pues la silla de ruedas se les descompuso y así hemos avanzado hasta donde estamos”, expresó la mujer centroamericana.
Añadió las políticas migratorias restrictivas y los obstáculos burocráticos les dificultan el acceso a la ayuda y la estabilidad que tanto necesitan para cuidar sus salud, así como de su sobrino Antonio de cinco años.
Comentó que él también se ha enfermado de fiebre y gracias a las personas de buen corazón que le han ayudado con medicamentos va mucho mejor.
Cabe precisar que a pesar de depender de un inhalador para respirar correctamente y tener la restricción de no poder esforzarse demasiado, Rosy tomó la decisión arriesgada de caminar por la carretera costera en búsqueda del sueño americano.
Sin importar su condición médica delicada, su determinación por ofrecer un futuro mejor a su familia y encontrar tratamiento para su enfermedad pulmonar y ayudar a sus sobrino, la impulsó a enfrentar los desafíos que significa avanzar en caravana por la carretera costera.