Al menos unos 500 menores entre niñas y niños de Venezuela, Honduras, El Salvador y Guatemala integra el Viacrucis migrante que avanza por la Costa chiapaneca hacia la Ciudad de México, avanzan en hombros de sus padres, en carriolas y a pie bajo los fuertes rayos del sol y con temperaturas superiores a los 38 grados centígrados, convirtiéndose en el sector más vulnerable en la travesía migratoria.
Para los niños el futuro es incierto, sin embargo, las ilusiones de un mejor mañana alejados de sus países de origen los motiva a sacar fuerzas de sus pequeños cuerpecitos para continuar su peregrinar, ante el gran número de menores que integran el viacrucis, los migrantes y el activista, Irineo Mujica han decidido avanzar solo por las mañanas para no poner en peligro su vida.
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Con las altas temperaturas que se registran en el camino, algunos menores han presentado pequeños cuadros de deshidratación, afortunadamente la intervención de autoridades de la Secretaría de Salud y de la Protección Civil, ha servido para que no se agraven.
Diana, migrante de Colombia, viaja con su niño de 8 meses de edad, quien describió la ruta migratoria como un verdadero infierno, ya que ha tenido que exponer su hijo a constantes peligros tanto en la selva Darién, como al caminar en territorio mexicano.
Dijo que el calor es muy fuerte, pero a pesar de las condiciones en las que avanzan no abandonarán sus sueños, porque dejaron sus países por un objetivo y no descansará hasta conseguirlo.
Señaló que como madre no aconseja a las personas a salir caminando, porque el riesgo es mayor para quienes caminan con niños, y la travesía no es para cualquiera, ya que no solo se trata de desgaste físico sino también psicológico, sobre todo al ver el sufrimiento de los niños, "Es difícil esta travesía, no es nada fácil el avanzar con los niños, pero muchas veces no creemos hasta que vivimos este momento, pero estamos dispuestos a todo con tal de lograr un mejor futuro para nuestros hijos, si vamos a pedir y si vamos a llorar los haremos", abundó.
Carlos, "N", migrante de Honduras, camina con su esposa y sus dos niños, uno de ellos sobre su hombro y el otro lo conduce tomado de su mano transmitiéndole ánimos para no desmayar en su caminar.
Sabe que el recorrido será un verdadero calvario, pero está dispuesto a correr el riesgo, ya que su intención es encontrar en Estados Unidos un mejor escenario para sus niños y sobre todo que puedan continuar con sus estudios.
El calor es intenso, por lo que Carlos se detiene unos segundos para hidratarse e hidratar a sus niños con la poca agua que carga, por lo que solo les da unos pequeños sorbos para que el vital liquido les alcance hasta el punto de descanso, hace un llamado al pueblo mexicano para que los apoyen con alimentos y agua para los niños, considerada la población más vulnerable que los acompaña, ya que sabe que el camino muy largo, por lo que requieren de ayuda.