En su mensaje dominical de la celebración del segundo domingo del tiempo pascual, el obispo de Tapachula, Monseñor Jaime Calderón Calderón, hizo énfasis en la expresión grande del amor de Dios y su cercanía al señalar que se debe vivir la vida sin reproches y con motivos de gratitud, confianza y esperanza para celebrar el triunfo del resucitado.
También abordó el tema relacionado a las campañas electorales, Monseñor Calderón Calderón indicó que la Doctrina Social de la Iglesia privilegia la caridad, corazón del espíritu de la política, que es entendida siempre como un amor preferencial por los más necesitados y por una verdadera caridad cristiana debe de estar detrás de todas las acciones que se realicen a su favor.
Afirmó que una auténtica política no manipula o utiliza a los más desfavorecidos como utilidad electoral: “Sólo con una mirada cuyo horizonte esté transformado por la caridad, que le lleva a percibir la dignidad del otro, los pobres son descubiertos y valorados en su inmensa dignidad, respetados en su estilo propio y en su cultura, y por lo tanto verdaderamente integrados en la sociedad”.
Agregó que por lo tanto en materia política los caminos que se abren son diferentes a los de un utilitarismo sin una referencia ética o un pragmatismo sin alma, en donde la educación juega un papel esencial puesto que debe estar al servicio del camino en el que cada ser humano pueda ser artífice de su propio destino.
El obispo de Tapachula detalló que es en este espacio donde tienen su lugar los principios tanto de solidaridad y desde esa óptica se debe tener un criterio fundamental para discernir sobre la credibilidad de un verdadero político es que estén comprometidos en acoger las fragilidades de los pueblos y de las personas.
Indicó que un buen político debe hablar y comprometerse en los tiempos presentes y no con meras promesas, relacionadas con las verdaderas necesidades de las personas en su situación más marginal y angustiante, y que el político que busca un puesto de elección popular sea capaz de dotarlos de dignidad.
Concluyó mencionando que el político debe ser un hacedor, un constructor con grandes objetivos, con mirada amplia, realista y pragmática y con una moral capaz de sustentar sus propuestas con el peso de una vida y trayectoria que los sostenga en la verdad.