La denominación de origen es más que una simple etiqueta, es una certificación que garantiza que un producto proviene de una región específica y que sus cualidades únicas están directamente ligadas al entorno y a la tradición artesanal de quienes lo producen. De acuerdo con Jessica Tolentino Martínez, investigadora del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, esta distinción no solo asegura calidad para el consumidor, sino que también protege a los productores de la competencia desleal.
Al otorgarles exclusividad sobre el uso de ciertos nombres o procesos, la denominación de origen ofrece un respaldo valioso que eleva el prestigio y el valor comercial de productos como el tequila, el mezcal, y el arroz de Morelos. Estos productos se distinguen no solo por sus características excepcionales, sino también por estar profundamente arraigados en la cultura y la historia de sus regiones.
El sistema de denominación de origen a nivel mundial
El concepto de denominación de origen surgió en la década de 1950 para proteger las diferencias culturales y de calidad entre productos similares de distintas regiones, especialmente con la apertura de fronteras comerciales. México adoptó este sistema para proteger productos cuyos métodos de producción y calidad están estrechamente ligados a su región de origen.
Productos mexicanos con denominacion de origen
Hasta hoy, México cuenta con 18 productos registrados bajo el marco del Arreglo de Lisboa, que regula las denominaciones de origen a nivel internacional:
1. Tequila
2. Mezcal
3. Cajas de Olinalá
4. Talavera
5. Café de Veracruz
6. Bacanora
7. Ámbar de Chiapas
8. Sotol
9. Mango Ataulfo del Soconusco
10. Charanda
11. Café de Chiapas
12. Vainilla de Papantla
13. Chile habanero de la península de Yucatán
14. Arroz del estado de Morelos
15. Cacao Grijalva
16. Chile de árbol de Yahualica
17. Raicilla
18. Café Pluma
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Antes de que estos productos reciban la denominación de origen deben ser aprobados por una norma de la Dirección General de Normas, en la que se detalla su proceso de elaboración, y luego registrados oficialmente en el IMPI. Además, es necesario contar con un Consejo Regulador que verifique que los productores cumplan con estas normas.
Un proceso complejo y costoso
El camino hacia la denominación de origen no es sencillo. Es un proceso largo y costoso que requiere justificar con antecedentes históricos el origen del producto y demostrar que su producción es exclusiva de la región. Además, los productores no realizan directamente los trámites, sino que contratan representantes legales que gestionan todo ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).
A pesar de las dificultades, los productos con esta denominación logran un reconocimiento comercial importante, lo que puede beneficiar económicamente tanto a los productores como a las regiones donde se producen.
Desafíos de la denominación de origen en México
Aunque la denominación de origen es una herramienta valiosa, Tolentino explica que en México muchas veces no funciona de la manera esperada. En muchos casos, ha sido otorgada más por acuerdos políticos y empresariales que para proteger a los pequeños productores. De hecho, los mayores beneficios suelen recaer en grandes empresarios que tienen la capacidad de mover sus productos en mercados internacionales, como ocurre con el tequila.
En este contexto, los pequeños productores, quienes aportan la materia prima y la mano de obra, no siempre reciben una parte justa de las ganancias.
La denominación de origen junto con otros sistemas de certificación, no solo ayuda a mejorar el precio de los productos, sino que también puede contribuir al desarrollo de las regiones productoras, siempre y cuando sus beneficios lleguen directamente a los pequeños productores que los elaboran.