René Sesma: El arte del café chiapaneco que trasciende fronteras desde Cacahoatán

Gracias a su esfuerzo y a las amistades que ha cultivado a los largo de sus años de vida, su café ha llegado hasta Europa y otras partes del mundo

Alejandro Gómez / Diario del Sur

  · miércoles 20 de noviembre de 2024

René Sesma es el artesano que ha llevado el café de Cacahoatán a mercados nacionales e internacionales / Foto: Manuel Núñez / Diario del Sur

En el corazón de la región Soconusco, en el municipio de Cacahoatán, el café es más que una tradición: es el sustento de muchas familias y un motor económico que mueve la vida de toda la región. Para René Moisés Sesma, este grano es un arte que ha perfeccionado durante 28 años, creando un proceso único de tostado y molido que ha conquistado mercados más allá de las fronteras de México.

René nació en Cacahoatán, en una familia dedicada al campo. Desde su infancia, estuvo rodeado de las labores agrícolas en la finca “Gloria”, de su familia. En ese entorno, el café de altura no solo era una fuente de ingreso, sino también una parte vital de la vida cotidiana.

A lo largo de los años, el negocio de su familia se fue transformando. El café que cultivaban se vendía principalmente en grano a diversas partes de la República Mexicana. Sin embargo, José decidió dar un paso más. Con el tiempo, comenzó a realizar el proceso completo del café, desde el tueste hasta el empaque, para comercializarlo tanto en el país como en el extranjero.

Gracias a su esfuerzo y a las amistades que ha cultivado a los largo de sus años de vida, su café ha llegado hasta Europa y otras partes del mundo deleitando los paladares más exigentes.

“El café que utilizo lo compro a campesinos de las comunidades de Alpojarras, El Platanar y el ejido El Águila de Cacahoatán, lugares que tenían una gran reputación por su grano de calidad y altura”, comenta mientras observa el tostado de su café.


El trabajo del tostado y molido le da la acidez, aroma, gusto y cuerpo al café / Foto: Manuel Núñez / Diario del Sur


Añadió que su proceso comienza con el trillar, luego lo seca con esmero, lo tuesta durante 45 minutos hasta que alcanza los 200 grados. Es ahí donde el grano revela su mejor aroma, sabor y consistencia, en su punto exacto.

Después lo muele y finalmente, lo empaqueta en bolsas de medio o un kilo para enviarlo a donde sea necesario. Cada paso es fundamental para garantizar que su café llegue con la mejor calidad posible a los clientes.

“La cantidad de café que proceso depende de la demanda, pero gracias a Dios y a los clientes leales que he logrado conseguir, ya tengo un mercado nacional e internacional donde vender mi producto”, abundó con una sonrisa. A medida que su nombre se ha hecho conocido.

El precio de su café ha ido aumentando con el tiempo debido a su calidad y proceso orgánico. Mientras que en Cacahoatán el precio del kilo oscila entre 180 y 200 pesos, en la capital del estado, Tuxtla Gutiérrez, el precio sube a 250 pesos, y en la Ciudad de México llega a los 280 pesos, mientras que en norte del país alcanza los 300 pesos lo que demuestra el reconocimiento que ha ganado su producto en mercados más grandes.

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A través de su dedicación y amor por el café, René Sesma ha logrado que el nombre de Cacahoatán trascienda más allá de sus fronteras, mostrando al mundo el sabor y la calidad del café chiapaneco.

“Con cada taza de café que se disfruta en algún rincón, se honra el trabajo de estos hombres y mujeres que ha convertido el arte del tostado en una tradición que perdurará por generaciones”, puntualizó.