El litoral chiapeneco se ha convertido, durante los meses de junio a noviembre, en el lugar propicio para la anidación de la Tortuga Olivácea o Golfina, sin embargo, en esta temporada también prolifera la presencia de saqueadores furtivos, quienes han encontrado un jugoso negocio, como la comercialización en el mercado negro de los huevos de estas especies consideradas en peligro de extinción.
Los huevos de tortuga tienen gran demanda en los municipios de las regiones Costa, Soconusco, Frontera e Istmo debido a que existen creencias en relación a su consumo humano, ya que le atribuyen propiedades afrodisiacas, sin embargo es totalmente falso de acuerdo con estudios científicos.
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Todos los Quelonios marinos que se reproducen en México están protegidos por la NOM-059-SEMARNAT-2010, donde figuran en la categoría “P”, es decir, en peligro de extinción. Por ende, está prohibida su captura, así como su aprovechamiento y la extracción de sus huevos, inclusive para consumo humano y/o de supervivencia.
De acuerdo con el artículo 420 del Código Penal Federal, se impondrá pena de uno a nueve años de prisión y multa que va de los 300 a los tres mil días de salario mínimo vigente, a quien ilícitamente recolecte o almacene los productos (como son los huevos) y subproductos de tortugas marinas, se aplicará una pena adicional de tres años más de prisión y hasta mil días de multa adicionales a quienes realicen estas actividades en un área natural protegida.
De acuerdo con el biólogo José Alfredo González Gerardo, colaborador del grupo comunitario de protección de flora y fauna en Mazatán, los huevos de tortuga son saqueados por los cazadores furtivos, para vender en el mercado negro hasta en 150 pesos la docena.
150 pesos llega a costar la docena de huevos en el mercado negro
Dijo que en el periodo de anidación los cazadores furtivos llegan a saquear hasta 20 nidos por noche, por ello se ha convertido en un negocio importante ante la nula vigilancia de las autoridades como la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat)
El saqueo de huevos deja ganancias de 2 mil 500 hasta los 3 mil pesos por noche, por ello en la temporada se incrementa la presencia de saqueadores en las playas de la costa chiapaneca.
Indicó que se ha detectado que el tráfico de huevos de tortuga llega hasta los municipios de Tapachula, Tuxtla Chico, Cacahoatán, Unión Juárez y Suchiate, ya que en estos lugares no solo se venden los huevos, sino que también personas de estos municipios llegan hasta las playas de Mazatán a extraerlos.
"Los huevos de tortuga son comercializados en mercados públicos de los municipios de esta región y son servidos como botanas en bares y cantinas de la zona, en donde la demanda es alta en esta temporada de anidación", abundó.
En el Ejido Emiliano Zapata, un grupo de voluntarios recorre todas las noches hasta 10 kilómetros para recuperar los huevos de tortuga, los cuales son llevados a un corral de incubación, sin embargo, los esfuerzos, son insuficientes, ya que por cada nido recuperado, 5 son saqueados por los cazadores furtivos.
Puntualizó que en el 2020 lograron recuperar 23 nidos y el año pasado con mayor presencia y horas de recorrido se lograron proteger 47 nidos que dio como resultado la liberación de entre 4 y cinco mil crías, sin embargo, este número es relativamente bajo, considerando que los cazadores pudieron saquear hasta más de 200 nidos.
Germán Ibarias, integrante del grupo de vigilantes comunitarios del Museo Regional de la Tortuga, subrayó que a pesar de las acciones de conservación que realizan es difícil competir con los saqueadores, porque mientras ellos forman brigadas de cinco personas, se ha detectado la presencia de saqueadores con cuatrimotos, que les permiten recorridos más largos.
Reconoció que en la temporada de anidación, la presencia de las autoridades es nula, situación que es aprovechada por los saqueadores, quienes llegan ha extraer entre 90 y 128 huevos por nido.
Remarcó que el grupo de voluntarios con recursos propios realizan monitoreos nocturnos, para la localización de nidos de tortuga golfina y posteriormente llevarlos a un lugar de resguardo e incubación, donde se garantice la supervivencia de esta especie.
"Nuestra labor es delicada y requiere un esfuerzo grande, aunque se ha convertido en una actividad turística ambiental, de cultura ecológica, hay riesgos pues el negocio en el mercado negro es jugoso, ya que comercializan no solo huevos sino la carne, e incluso el aceite de la tortuga, por lo que muchos incluso las sacrifican", acotó.