En la garita fronteriza se mantienen apenas unos cuantos agentes aduanales y del INM
Ni un alma cruza por la garita México-Guatemala a más de 24 horas de haber sido abierto el paso hacia Talismán que por más de dos meses estuvo bloqueado por pobladores de esta comunidad que colinda con el Departamento de San Marcos.
Y es que en este paso fronterizo hay miedo al virus, a tal grado que las familias que lo habitan se atrincheran en sus hogares para evitar contagios.
En las calles aledañas a la carretera, los transmigrantes descansan en sus vehículos a la espera que les abran el paso para internarse a Centroamérica.
En la caseta de Aduanas de México, los agentes observan la labor reporteril y envían a dos aletargados policías privados a evitar que se tomen fotografías.
Pero no hay más ruido que el trote acelerado de las botas de los dos centinelas que se avecinan a la cámara fotográfica, mientras, una familia se toma selfis observa estupefacta el accionar de los guardias, esconden sus celulares y se retiran.
Talismán ha entendido a conciencia la legalidad del Covid-19. Saben que es un virus capaz de entrar por la nariz, ojos y boca. También comprenden que mata rápido y no deja respirar. Por eso ahora esta colonia prevé un pueblo fantasma con el repicar de los cláxones de colectivos que ingresan para intentar levantar pasajeros hacia Tapachula y Cacahoatán, cuyo éxito es poco.
La actividad comercial es tibia. Sólo unas cuantas tiendas de abarrotes están abiertas. Mientras otros de los que han resentido el golpe del Covid-19 son los cambiadores que ahora no tienen clientes para el intercambio de divisas. El quetzal tiene más peso que el peso, pero ahora ni eso es suficiente, ninguna de las dos monedas se mueve en el puente Talismán-El Carmen.
No hay nada, allí tiene uno los billetes que parece mucho, pero si ese dinero no se mueve queda en puro papel, no hay trabajo, está duro esto”, señala Carlos Aníbal, uno de los cambiadores.
Por abajo, en pleno río, las cámaras con trasiego de mercancías y personas también es parco. Sólo atraviesan a pie y mojan los pantalones aquellos pocos hombres que han sido empleados en obras de construcción del lado mexicano.
Guatemala ha cerrado el flujo de sus connacionales hacia México. Este factor también golpea la economía local del sur de Chiapas. Se trata de compradores potenciales en cadenas comerciales y tiendas locales.
Talismán parece un pueblo fantasma con sus pocas calles desiertas de la actividad comercial que por años lo ha caracterizado.
La lluvia arrecia y ahora los únicos que corren a refugiarse son los perros de la calle, nada más.
ER