México sigue registrando solicitudes de asilo a nivel nacional como nunca se han visto en otros años al llegar a 136 mil 934 procesos a nivel nacional, de acuerdo a la información oficial de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar).
El país sigue poniendo marcar récord de extranjeros que buscan la protección internacional como ocurrió en el 2021, 2022 y en lo que llevamos de este 2023 que ya puso una nueva marca histórica.
La petición de protección internacional ya supera en un 5.61% más que el año 2021, cuando se puso una marca histórica al alcanzar más de 131 mil procesos de personas extrajeras buscando esa condición en territorio nacional.
Entre los países con mayor número de solicitantes se encuentran Haití, Honduras y Cuba, con cifras que sobrepasan las decenas de miles de migrantes. Esta tendencia indica las crisis sociales, políticas y económicas en estas naciones, impulsando a sus ciudadanos a buscar refugio en suelo mexicano
Venezuela, Brasil y Chile, afectados por crisis socioeconómicas y políticas, han contribuido significativamente al flujo migratorio hacia México desde hace ya más de dos años cuando se empezó a reflejar estas tendencia al alza.
El top 10 de países de origen de los solicitantes en condición de refugiado en México son: Haiti: 43,459, Honduras: 40,142, Cuba: 17,686, El Salvador: 5,900, Guatemala: 5,896, Venezuela: 5,388, Brasil: 3,675, Chile: 3,476, Colombia: 2,468 y Afganistan: 1,723
Las autoridades proyectan que las solicitudes podrían llegar a 150 mil en el último mes del año, evidenciando un incremento significativo en la necesidad de protección internacional de las personas que huyen por diferentes causas.
Tapachula se ha convertido en un epicentro crucial en este aumento, recibiendo más del 50% de los procedimientos de asilo a nivel nacional. Esta concentración refleja la importancia de esta región como punto de entrada y tránsito para aquellos que buscan protección internacional en el país.
La Perla del Soconusco no solo refleja el flujo migratorio, sino también muestra la complejidad de los desafíos humanitarios y logísticos que enfrenta el país. Además, esta concentración de solicitudes en una ubicación específica puede ejercer presión en los recursos locales y sistemas de recepción, generando un impacto social y económico en la región.