El pasado 26 de julio salió de Tapachula una nueva caravana con más de 3 mil 500 migrantes, sin embargo, el campamento improvisado armado en las afueras de las oficinas de regularización migratoria del INM, aún permanece en el lugar habitado por entre 500 a 700 personas de distintas nacionalidades que siguen a la espera de ser atendidos por el Instituto Nacional de Migración.
Estos migrantes provenientes de Venezuela, Nicaragua, Honduras, Guatemala y El Salvado decidieron permanecer ahí por temor a ser detenidos por los agentes de migración además de que dijeron que querían exponer la vida de sus menores hijos.
Al respecto, Laura Veles, venezolana, mencionó que ella está con dos de sus hijos y fue por ello que decidió quedarse en el campamento a esperas de que el INM por fin la atienda y le de su pase de salida para dejar Tapachula con la seguridad de que podrá continuar su viaje rumbo a la frontera norte del país.
“No se cuando nos vaya ha atender el INM, pero es preferible a esperar a caminar con mis dos mis hijos bajo este fuerte calor y les pueda pasar algo en camino, ya que don muchos kilómetros y horas las que se camina”, expresó.
Mencionó que ella ya tiene dos semanas esperando ser atendida y se encuentra pernoctando en el lugar en compañía de sus pequeños, una niña de dos años y un adolescente de 13 años, a los cuales no quiso exponer a los peligros de partir en caravana de Tapachula tal como hicieron otros migrantes.
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Por otro lado, Jorge González, de Venezuela, es uno de los migrantes que fue regresado del Centro de Atención Integral Fronterizo de Huixtla, lugar al que llegó con un pequeños grupo, pero no fueron atendidos pronto, como ellos esperaban y por el contrario, en un operativo realizado por las autoridades migratorias, terminaron encerrados en la estación migratoria “Siglo XXI”.
“Esta vez no me fui en la marcha por miedo de que me vuelvan a detener y me encierren en la estación migratoria, lugar que parece cárcel y pasamos muchos abusos de partes de los agentes federales”, abundó.
Añadió que las condiciones en las que viven en el campamento son inhumanas, sin embargo, no les queda de otra y tendrán que esperar que el INM los atienda.
Confía que ahora que son menos por fin las autoridades del migración los atiendan más rápido, porque ya no puede0n poner de pretexto que están saturados o que no tienen sistema.