Los parques de la ciudad son sitios concurridos, a pesar de que el clima no ayuda, en las mañanas y a medio día, estos sitios lucen vacíos, pero es en las tardes cuando el sol merma en intensidad, las plazas públicas comienzan a llenarse de vida, con la llegada de las “manitas sudadas”, las parejitas hacen presencia y con ellas el amor está en el aire.
Algunos sitios en la ciudad llevan años sin el sonido de la marimba, en el Parque Central de Tapachula se solía escuchar desde el kiosko el cantar de las maderas de hormiguillo, la cadencia de las notas invitaba al baile, desde ese momento el romance se respiraba con la primera pareja que salía a bailar.
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Momentos que se volvieron tradición y que hoy parece, dejamos morir sin pudor, afirma una mujer de 69 años, es doña Magda Zermeño, quien comenta que en 1974 ella bailó con su difunto esposo en ese lugar, una tarde de domingo cerca de las 18 horas, de la mano con Pepe Ancheyta quien hoy no está con ella, “fue ese domingo que nos cayó un fuerte aguacero, pero la marimba no dejó de tocar y nosotros no dejamos de bailar, luego sin avisar el Pepe me dijo que tenía algo en la oreja y me la tocó como para limpiarme, sentí que algo me jaló y sin más, me enseñó una alhaja, era un anillo y me la soltó como iba, ¿te casas conmigo? Era un hombre muy austero y su único acto romántico fue mojarse conmigo y darme el anillo”, dijo doña Magda.
Hoy, en el bullicio de la urbe de cemento, los parques han sido tomados, invadidos, desbordados por elementos que poco tienen de romántico, sin embargo, el amor supera todo; a los migrantes y a los indigentes.
Los enamorados tomados de la mano, de vez en cuando por las noches se asoman por alguno de esos lugares y le devuelven el sentido romántico al paque en Tapachula.