“Los pulpos nunca pierden y los choferes en nada se benefician” cita un comentario que responde a la nota de eta casa editorial que habla acerca del respiro económico que representa para los transportistas el regreso a clases que recién ocurrió el pasado 29 de agosto.
En Chiapas, el sistema de transporte público que da servicio a miles de usuarios a diario, es en realidad una especie de misterio, una madeja sin inicio ni fin, cuando se toca el tema, es importante hablar de los dueños de las concesiones que suelen ser también los dueños de la unidad de transporte y quienes contratan al chofer que las conduce, estos en muchas ocasiones tienen más de una concesión y es por ello que se les conoce coloquialmente como “pulpos de transporte”.
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Por otro lado, están los choferes, aquellos que pasan 12 o más horas del día conduciendo por la ciudad y compitiendo con los conductores de otras colectivas que cubren la misma ruta, se supone que tienen checadores y ciertos horarios para pasar por espacios definidos en los que se les toma el tiempo que les lleva dar una “vuelta”, es decir, el recorrido completo de la ruta, estos choferes deben entregar al “patrón” una cuenta previamente establecida, conseguir dinero para el lavado de la unidad, cargar la gasolina para su turno y, por supuesto, obtener un ingreso propio para su sostén o el de su familia.
En este mismo chilmol, están las autoridades que regulan el sistema de transporte, es decir, la Secretaría de Movilidad y Transporte del estado de Chiapas que, en teoría, es la encargada de establecer las reglas, vigilar su cumplimiento y solicitar apoyo para aplicar las sanciones correspondientes de acuerdo a la falta que se cometa. También intervienen Tránsito del Estado y las secretarías de Vialidad Municipal que son las responsables de aplicar las multas de acuerdo al reglamento, vigilar que no excedan niveles de velocidad, cupo de pasajeros que los choferes conduzcan responsablemente, etc.
En esta cadenita, van también las personas que a diario hacen uso de los colectivos para trasladarse a sus trabajos, a las escuelas, a espacios de esparcimiento o a donde sea que lo requieran por el motivo que sea y son quienes en última instancia sufren las omisiones de quienes inician esta pirámide.
Son quienes con su pago, sostienen al sistema de transporte y quienes ven con burla los ofrecimientos cada vez que hay un aumento al costo del pasaje, pues cuando esto ocurre, siempre se ven las promesas de un mejor servicio, menos “carreritas”, choferes capacitados, etc. Claro, todo queda siempre en eso: promesas.
Por ello no sorprende que las notas sobre el tema toquen fibras sensibles que llevan a los usuarios a expresarse como lo hizo María Alvarado quien comenta:
“la gente trabajadora y asalariada que no tenemos las mismas posibilidades, si exigimos buenos modales, respeto y que manejen con prudencia por qué están dando un servicio y si no les gusta su trabajo simplemente le den oportunidades a otros que si lo valoran. Y lo digo por qué ayer una combi de ruta Pemex, casi me tira por ir peleando pasaje con otras dos, y su justificante que estaba mal parado y tenía que jalarse, cuando yo estaba respetando la parada y no estaba en la esquina o media cuadra como muchos acostumbran.”
No cabe duda, hablar de transporte público es siempre tocar un tema polémico.