En un ambiente de solemnidad y con una nutrida asistencia de fieles, el obispo de Tapachula, Jaime Calderón Calderón, hizo mención que como pastores de la comunidad católica ven con profunda preocupación la creciente violencia que sufre el país y con una gran tristeza por la pérdida de miles de vidas inocentes que llenan de luto a familias enteras.

Ante la congregación que se dio cita a la misa dominical en la catedral de San José, dijo que el crimen se ha extendido por todas partes, trastocando la vida cotidiana de toda la sociedad, afectando las actividades productivas en las sociedades y en el campo, ejerciendo presión con extorsiones hacia quienes trabajan honestamente en los mercados, en las escuelas y en las pequeñas, medianas y grandes empresas.

Te puede interesar: Pueblos Originarios de Chiapas participan en la Jornada Nacional de Oración

Señaló que además, los delincuentes se han apropiado de caminos, carreteras y autopistas y lo más grave han llegado a manifestarse con niveles de crueldad inhumana en ejecuciones y masacres que han hecho del país uno de los lugares más inseguros y violentos del mundo.

Indicó que como obispos mexicanos en unidad con el pueblo de México del que también son parte han hecho un respetuoso llamado a las autoridades políticas a convocar a un diálogo nacional para emprender acciones inteligentes e integrales con el fin de alcanzar la paz mediante una participación conjunta.

Creemos que la paz es posible, que tiene que ser posible, en esta tarea todos los ciudadanos de buena voluntad podemos ser aliados, no perdamos esa oportunidad", abundo.

Puntualizó que el fundamento del diálogo de los creyentes con los hombres y mujeres de buena voluntad es la ley moral universal y su punto de partida son los principios que sirven de base sólida a la convivencia humana: la verdad, la justicia, la libertad, asumidos desde la fuerza de la caridad.

Mencionó que la construcción de la paz implica la tarea de vigilar para no ceder a la tentación del egoísmo, de la mentira y de la violencia; ser testigos en la convivencia humana del respeto al orden establecido por Dios, para ello hay que formar la conciencia y ser promotores del desarrollo humano integral, solidario y fraterno.