De semblante apacible, observador, meticuloso, Víctor Rosas Durán, da cuenta de una persona que intentó suicidarse en cuatro ocasiones, pero lo único que logró es un reencuentro consigo mismo, así se dibuja él, un artista plástico de 68 años de edad, que vive y siente el arte, como muy pocos.
El maestro Víctor Rosas Durán, nace el 31 de diciembre de 1951 en una antigua finca, de lo que hoy se conoce como ejido Agustín de Iturbide en el municipio de Cacahoatán, desde niño emigró a San Cristóbal de las Casas, permaneció por algún tiempo en casa de una familia que no conocía.
Siendo un nómada desde su niñez, provocó que la escuela primaria la haya terminado a la edad de 15 años, una vez concluida su educación básica, su abuela lo envía a Tapachula con unos familiares, es ahí donde comienza la historia de Víctor Rosas.
Para hacerse de una carrera comercial en Tapachula, tuvo que pagar él mismo sus estudios, haciendo sacrificios como muchos en esa época, desde vender periódicos en la estación de ferrocarriles y acudir a la venta de productos acompañado de su hermana, finalmente culminó su carrera.
Para ampliar sus horizontes, en ese entonces alejado de cualquier expresión de arte, se estableció en el Distrito Federal, donde tuvo que hacerse de oficios diversos para poder pagarse una segunda carrera, esta vez de Técnico en Electrónica, al mismo tiempo que estudiaba la preparatoria.
Para estudiar en una carrera profesional, Víctor Rosas Durán se inclinó por las ciencias sociales y humanidades y comenzó su carrera en la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana. De pronto un suceso familiar lo hizo regresar a su terruño.
Dejando su carrera trunca, se casa, procrea a dos hijos, pero poco tiempo después su familia se desintegra, por un año y 9 meses se deprime e intenta suicidarse cuatro veces de manera fallida.
Ese cuadro depresivo severo y diagnosticado en el hospital Juárez de Neurología, da como consecuencia, según los médicos, que le funcione en hemisferio cerebral derecho, convirtiéndolo a partir de esa etapa de su vida, en un artista escultor pintor, poeta, y que a lo largo de 45 años ha navegado en el mar de la cultura.
La labor del artista, en su faceta de pintor, se resume en más de 300 obras, colocadas en las más prestigiadas galerías dentro y fuera del país; con premios nacionales e internacionales, el maestro Víctor Rosas guarda esos reconocimientos para sí mismo, ya que no le interesa la parafernalia del éxito.
Su obra, como la de muy pocos en el mundo, se ve exhibida en los recintos del Vaticano, que en manos de Juan Pablo II recibió a cambio un valioso rosario.
El maestro Víctor Rosas, también hará llegar a través de la embajada de Rusia en México, una escultura denominada “Caracola” que formará parte de la colección del presidente de ese país, Vladimir Putin. Sin duda, no cualquier escultor en el mundo puede apreciar esta distinción.
En una casa acondicionada como taller, cuelgan de las paredes decenas de pinturas; y sobre pedestales, se aprecian esculturas en cedro que formarán parte de una galería digital que, apoyada por la Universidad Autónoma de Hidalgo, estará en las plataformas más exigentes de artes en el mundo.
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De las expresiones artísticas, reconoce que no es un buen mentor, porque no sabría explicarles a educandos, sobre cómo nace la idea de una obra que él transmite en sus creaciones, sino más bien asegura que sale de su cabeza y sin darse cuenta va tomando forma la madera, el macocel o las letras.
El maestro Víctor Rosas Durán, puntualizó que el arte y la cultura siempre va ligada a las buenas costumbres del ser humano, por lo que no dudó en invitar a los jóvenes a que se acerquen desde su comunidad a los talleres que realizan en los municipios a través de las casas de cultura, porque uno nunca sabe, cuando resurgirá el artista que se lleva dentro.