La Diócesis de San Marcos, Guatemala, se unió al llamado hecho por la Diócesis de Tapachula para abordar el tema de la violencia presente en los municipios fronterizos de ambos países debido a la presencia de grupos del crimen organizado en la frontera sur.
Bernabé de Jesús Sagastume Lemus, monseñor de San Marcos, señaló que la violencia en la frontera sur entre ambos países es preocupante e imperdonable, especialmente cuando cobra la vida de inocentes en la disputa por el territorio.
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“Es lamentable lo que está sucediendo, es vergonzoso para la humanidad ver esta pérdida de humanidad en estos actos de violencia y disputa por el territorio”, expresó.
Explicó que la criminalidad y la violencia en los municipios fronterizos de México y Guatemala son fuertes, y es responsabilidad de los gobiernos velar por la seguridad de los ciudadanos ante estos grupos delictivos.
Recordó casos de ejecuciones en ciudades como Tecún Umán en Guatemala y en Tacaná, así como en Tapachula y Motozintla en México, debido a la delincuencia organizada.
Señaló que la frontera sur, tanto en el lado mexicano como en el guatemalteco, han sido testigo de actos violentos por la disputa de territorio durante este año que está por terminar, y enfatizó la importancia de que las autoridades tomen medidas de manera conjunta.
“Hemos escuchado sobre casos deshumanizados, como personas cuyas cabezas han sido arrancadas y arrojadas al río Suchiate que divide a ambas naciones. Estos actos son una afrenta a toda la sociedad, ya que un día ocurren del lado mexicano y otro del lado guatemalteco”, agregó.
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El obispo de Tapachula, Jaime Calderón Calderón, ha resaltado en repetidas ocasiones la situación de violencia que se vive en varias regiones de Chiapas, describiéndola como una pandemia que causa temor, roba la tranquilidad de las familias y obliga a muchas a huir.
Ha criticado a las autoridades a través de sus comunicados dominicales, argumentando que los datos oficiales no reflejan la realidad de la extorsión, los cobros de piso, los asesinatos y los robos que experimenta la población.
Ambos obispos consideran urgente la actuación de las autoridades de ambas naciones, ya que la violencia amenaza por igual a las familias guatemaltecas y mexicanas.