A pesar de las pérdidas que han sufrido a causa de los constantes desbordamientos del río Texcuyuapan, las familias siguen en sus viviendas, pues no son ni paracaidistas, ni invasores, tienen escrituras, ya que dicen tampoco tienen a dónde irse, aunque cada época de lluvias la incertidumbre y zozobra se apodera de ellos.
Don José Antonio Chacón Hernández, habitante de la colonia Doroteo Arango, ha sido afectado por años con las crecidas del río y cada temporada de lluvias vive con el Jesús en la boca.
Detalla que para él no es necedad el seguir viviendo en este lugar pero no tienen a dónde ir, y por ello se ve obligado a seguir habitando su casa aunque esté en constante riesgo.
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"La verdad nosotros vivimos con miedo porque cada época de lluvias sabemos que en cualquier momento el río Texcuyuapan tiene una crecida y nuevamente afecta nuestras viviendas. Hemos pedido a las autoridades que nos construyan un muro de contención para evitar afectaciones, pero no hemos sido escuchados", abundó.
Algunos vecinos con sus propios esfuerzos y recursos han tratado de construir barricadas con escombros y tierra, sin embargo, están conscientes que esto no podrá contener la fuerza de las corrientes del río, señaló el hombre mientras señala hasta donde subió el caudal del afluente hace unos días cuando llovió por la noche.
Otra de las afectadas es doña Andrea Ruiz Villareal, habitantes de la colonia Fuerza y Progreso, dijo que ella y su familia aún no se recuperan de las afectaciones de hace 2 años, ya que prácticamente perdió todas sus cosas al decidir salvar la vida y dejar todo en su casa cuando la corriente creció en cuestión de minutos
Dijo que su terreno medía 21 metros de frente por 15 metros de largo, pero por la corriente del Texcuyuapan se ha reducido a la mitad.
"Desafortunadamente esa ocasión perdimos todos nuestros muebles y demás cosas. Fue triste ver como el esfuerzo de muchos años se pierde en cuestión de minutos, pero a pesar de eso hoy estamos bien, y lo material aunque nos ha costado lo vamos recuperando", acotó.
Mencionó que cada temporada de lluvia no viven con tranquilidad, ante el constante temor de encharcarse o ser arrasados por las corrientes que sería una desgracia mayor.