/ domingo 28 de mayo de 2023

Yolanda Imelda Zamudio Delfín, una vida de oro, una trayectoria ejemplar

En Diario del Sur, como cada domingo, reconocemos la trayectoria ejemplar de una mujer, que en esta tierra formó un hogar

Nuestro personaje de esta semana, Yolanda Imelda Zamudio Delfín, nació en Alvarado, Veracruz; el 19 de junio de 1940 y a los tres años emigró a la Ciudad de México en donde cursó sus estudios, graduándose en una carrera comercial, la misma que le sirvió para defenderse y transitar con decoro en toda su existencia.

Cuando tenía 15 años, viajó a Tuxtla Gutiérrez, el destino la estaba acercando a la tierra en donde encontraría el amor, formaría un hogar y sería inmensamente feliz.

Su inseparable familia, instaló una embotelladora de Barrilitos Okey en Tuxtla Gutiérrez. En la capital chiapaneca vivió 3 años y después viajó a Arriaga, Chiapas; en donde tenían depósitos como negocio familiar, llegando a Tonalá.

Yolanda Imelda Zamudio Delfín, fue educada bajo el amor de sus abuelos, Nieves Delfín y Celso Zamudio, son ellos quienes le heredaron carácter, humildad, sencillez y muchas virtudes que presume hasta el día de hoy.

Finalmente, hace escala en su destino final y en la 10ª Oriente en Tapachula, Chiapas. Sus tíos y su abuela materna instalan una embotelladora con una nueva marca que ahora llevaría la firma de la familia “Delfín”, producto nuevo de Barrilitos Okey.

Llega a Tapachula Chiapas, en junio del año de 1961 y a principios del año siguiente, conoce a Jorge Ataulfo Morales Escobar, un noble ciudadano que heredó de su padre el arte de la orfebrería.

A partir de ese encuentro venturoso en el Country Club, en un baile de la época de oro, para Mely y Coco ya no hubo vuelta atrás, el destino finalmente los había reunido. Es nuestra entrevistada de Diario del Sur, la mujer que le amansó el corazón y le dominó la voluntad a Jorge Ataulfo Morales Escobar.

El romance solo duró dieciocho meses, porque el 24 de febrero de 1963, deciden casarse, firman ante el juez y se juran amor para siempre e inician una luna de miel que duró 55 años.

Yolanda Imelda Zamudio Delfín, recuerda que trabaja desde los 15 años, buena parte de su juventud estuvo sumergida en la empresa familiar y fungiendo durante muchos años como administradora de la empresa refresquera.

Fue así que, antes de casarse, fue invitada por el Instituto Mexicano del Seguro Social para colaborar y en donde al poco tiempo obtuvo seguridad como trabajadora base, sorprendente para muchos, pero tuvo que renunciar para convertirse en esposa, madre y la compañera de Jorge Ataulfo Morales Escobar, mejor conocido como “Coco”.

Yolanda Imelda Zamudio Delfín de Morales, creció con valores y principios firmes, fungió excepcionalmente como madre de cinco hijos, a quienes educó con amor y los formó con la cultura del esfuerzo y el trabajo; ellos son su ministerio de vida.

Y es que la pareja, refiriéndome por supuesto a Mely y Coco, estaban hechos el uno para el otro, ninguno de ellos dos podrían haberse casado con otra persona. Fue Imelda, con su carácter tierno, actitud prudente y delicado amor, quien supo construir un hogar conformado por María Guadalupe, quien se graduó en Licenciada en Hotelería y Turismo; Jorge Ataulfo convertido en Contador Público, las cuatas María del Carmen estudió Decoradora de Interiores y María del Pilar que es Comunicóloga.

Como en todas las familias existen historias que se repiten, José Miguel, el quinto hijo, el más pequeño del hogar Morales Zamudio, decidió que él no había nacido para el estudio y que había nacido con la misma vocación de su padre, así desde entonces se instaló en la Joyería El Zafiro.

Todos los hijos de Mely y Coco, han estado al frente de esta empresa familiar que han mantenido a base de esfuerzo y trabajo honrado, la mejor herencia que Coco y Mely han transmitido a sus hijos.

Yolanda Imelda “Mely”, es definida por una trayectoria excepcional en el trabajo y por supuesto, como esposa y madre, virtudes que ponen en alto a muchas mujeres que, como ella, trabajó, administró una casa, educó a sus hijos con honradez, integridad y siempre estuvo al lado de su esposo en el trabajo diario.

Cuenta emocionada que comenzó a aprender el oficio de la joyería en “El Zafiro”, al lado de su esposo y, cuando adquieren la Joyería “La Perla”, ella la toma bajo su dirección, distinguiéndose como una mujer empresaria que siempre mantuvo el equilibrio a pesar de las crisis.

Corría el año de 1965, cuando se hace cargo de la joyería. Había aprendido al lado de su esposo los secretos del mercado de la orfebrería, se especializa y prepara a sus hijos para que estén siempre colaborando en esta empresa familiar, en temporada de verano y vacaciones.

La vida de Imelda Yolanda Zamudio de Morales es transparente, sí, su vida en un paisaje perfecto, trazado con suaves pincelazos en donde ha estado siempre acompañada, teniendo a su lado al hombre que supo impulsarla para conseguir lo que hoy comparto con certeza.

Mely se ha distinguido por ser una mujer activa en la fe que profesa, por lo mismo colaboró con Monseñor Felipe Arizmendi a favor del Seminario Menor, es muy amiga del padre Alejandro Padilla y siempre, ha estado presta para apoyar a favor de su iglesia.

Al lado de su esposo colabora en la Cruz Roja y se involucra en todo lo que sea en beneficio del bien común. Juntos, cultivaron una familia, la criaron con mucho amor y educaron hijos buenos para esta sociedad.

El 21 de mayo del año 2018, Coco la deja, su misión en esta vida había terminado, lo que hunde a Yolanda Imelda en el dolor y la tristeza.

Se encierra hasta que los pincelazos de color vuelven a su vida para regresar a “La Perla”. -No ha sido fácil, todos los días pienso en él, todos los días está a mi lado a pesar de que físicamente no, sigue guiando mi vida, sigue siendo mi brújula y, gracias a Dios, mis hijos están conmigo- Narra con los ojos llenos de lágrimas…


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A lo largo de más de 60 años en Tapachula, Mely, como es conocida, se ganó el cariño de una sociedad que la acogió por su generosidad, su don de gente, altruismo y ser siempre participativa en las causas nobles.

Es una mujer de vida transparente que un día llegó por suerte del destino a esta tierra. Aquí trabajó, se enamoró, conquistó al amor de toda su vida, educó y muy bien a 5 hijos y al final, continúa en esta tierra rodeada del cariño de su familia y de amigos que ha cultivado a lo largo de más de 60 años.

Hoy, en Diario del Sur, como cada domingo, reconocemos la trayectoria ejemplar de una mujer, que en esta tierra formó un hogar, se ganó el respeto entre los comerciantes y la sociedad pero sobre todo, sigue siendo el pilar de su familia.

Yolanda Imelda Zamudio de Morales, es una mujer de buen corazón, sencilla y noble, pero sobre todo, una gran mujer que es profeta en tierra ajena, la tierra que le reconoce su grandeza como mujer.

Comentarios: morancarlos.escobar1958@gmail.com

Nuestro personaje de esta semana, Yolanda Imelda Zamudio Delfín, nació en Alvarado, Veracruz; el 19 de junio de 1940 y a los tres años emigró a la Ciudad de México en donde cursó sus estudios, graduándose en una carrera comercial, la misma que le sirvió para defenderse y transitar con decoro en toda su existencia.

Cuando tenía 15 años, viajó a Tuxtla Gutiérrez, el destino la estaba acercando a la tierra en donde encontraría el amor, formaría un hogar y sería inmensamente feliz.

Su inseparable familia, instaló una embotelladora de Barrilitos Okey en Tuxtla Gutiérrez. En la capital chiapaneca vivió 3 años y después viajó a Arriaga, Chiapas; en donde tenían depósitos como negocio familiar, llegando a Tonalá.

Yolanda Imelda Zamudio Delfín, fue educada bajo el amor de sus abuelos, Nieves Delfín y Celso Zamudio, son ellos quienes le heredaron carácter, humildad, sencillez y muchas virtudes que presume hasta el día de hoy.

Finalmente, hace escala en su destino final y en la 10ª Oriente en Tapachula, Chiapas. Sus tíos y su abuela materna instalan una embotelladora con una nueva marca que ahora llevaría la firma de la familia “Delfín”, producto nuevo de Barrilitos Okey.

Llega a Tapachula Chiapas, en junio del año de 1961 y a principios del año siguiente, conoce a Jorge Ataulfo Morales Escobar, un noble ciudadano que heredó de su padre el arte de la orfebrería.

A partir de ese encuentro venturoso en el Country Club, en un baile de la época de oro, para Mely y Coco ya no hubo vuelta atrás, el destino finalmente los había reunido. Es nuestra entrevistada de Diario del Sur, la mujer que le amansó el corazón y le dominó la voluntad a Jorge Ataulfo Morales Escobar.

El romance solo duró dieciocho meses, porque el 24 de febrero de 1963, deciden casarse, firman ante el juez y se juran amor para siempre e inician una luna de miel que duró 55 años.

Yolanda Imelda Zamudio Delfín, recuerda que trabaja desde los 15 años, buena parte de su juventud estuvo sumergida en la empresa familiar y fungiendo durante muchos años como administradora de la empresa refresquera.

Fue así que, antes de casarse, fue invitada por el Instituto Mexicano del Seguro Social para colaborar y en donde al poco tiempo obtuvo seguridad como trabajadora base, sorprendente para muchos, pero tuvo que renunciar para convertirse en esposa, madre y la compañera de Jorge Ataulfo Morales Escobar, mejor conocido como “Coco”.

Yolanda Imelda Zamudio Delfín de Morales, creció con valores y principios firmes, fungió excepcionalmente como madre de cinco hijos, a quienes educó con amor y los formó con la cultura del esfuerzo y el trabajo; ellos son su ministerio de vida.

Y es que la pareja, refiriéndome por supuesto a Mely y Coco, estaban hechos el uno para el otro, ninguno de ellos dos podrían haberse casado con otra persona. Fue Imelda, con su carácter tierno, actitud prudente y delicado amor, quien supo construir un hogar conformado por María Guadalupe, quien se graduó en Licenciada en Hotelería y Turismo; Jorge Ataulfo convertido en Contador Público, las cuatas María del Carmen estudió Decoradora de Interiores y María del Pilar que es Comunicóloga.

Como en todas las familias existen historias que se repiten, José Miguel, el quinto hijo, el más pequeño del hogar Morales Zamudio, decidió que él no había nacido para el estudio y que había nacido con la misma vocación de su padre, así desde entonces se instaló en la Joyería El Zafiro.

Todos los hijos de Mely y Coco, han estado al frente de esta empresa familiar que han mantenido a base de esfuerzo y trabajo honrado, la mejor herencia que Coco y Mely han transmitido a sus hijos.

Yolanda Imelda “Mely”, es definida por una trayectoria excepcional en el trabajo y por supuesto, como esposa y madre, virtudes que ponen en alto a muchas mujeres que, como ella, trabajó, administró una casa, educó a sus hijos con honradez, integridad y siempre estuvo al lado de su esposo en el trabajo diario.

Cuenta emocionada que comenzó a aprender el oficio de la joyería en “El Zafiro”, al lado de su esposo y, cuando adquieren la Joyería “La Perla”, ella la toma bajo su dirección, distinguiéndose como una mujer empresaria que siempre mantuvo el equilibrio a pesar de las crisis.

Corría el año de 1965, cuando se hace cargo de la joyería. Había aprendido al lado de su esposo los secretos del mercado de la orfebrería, se especializa y prepara a sus hijos para que estén siempre colaborando en esta empresa familiar, en temporada de verano y vacaciones.

La vida de Imelda Yolanda Zamudio de Morales es transparente, sí, su vida en un paisaje perfecto, trazado con suaves pincelazos en donde ha estado siempre acompañada, teniendo a su lado al hombre que supo impulsarla para conseguir lo que hoy comparto con certeza.

Mely se ha distinguido por ser una mujer activa en la fe que profesa, por lo mismo colaboró con Monseñor Felipe Arizmendi a favor del Seminario Menor, es muy amiga del padre Alejandro Padilla y siempre, ha estado presta para apoyar a favor de su iglesia.

Al lado de su esposo colabora en la Cruz Roja y se involucra en todo lo que sea en beneficio del bien común. Juntos, cultivaron una familia, la criaron con mucho amor y educaron hijos buenos para esta sociedad.

El 21 de mayo del año 2018, Coco la deja, su misión en esta vida había terminado, lo que hunde a Yolanda Imelda en el dolor y la tristeza.

Se encierra hasta que los pincelazos de color vuelven a su vida para regresar a “La Perla”. -No ha sido fácil, todos los días pienso en él, todos los días está a mi lado a pesar de que físicamente no, sigue guiando mi vida, sigue siendo mi brújula y, gracias a Dios, mis hijos están conmigo- Narra con los ojos llenos de lágrimas…


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A lo largo de más de 60 años en Tapachula, Mely, como es conocida, se ganó el cariño de una sociedad que la acogió por su generosidad, su don de gente, altruismo y ser siempre participativa en las causas nobles.

Es una mujer de vida transparente que un día llegó por suerte del destino a esta tierra. Aquí trabajó, se enamoró, conquistó al amor de toda su vida, educó y muy bien a 5 hijos y al final, continúa en esta tierra rodeada del cariño de su familia y de amigos que ha cultivado a lo largo de más de 60 años.

Hoy, en Diario del Sur, como cada domingo, reconocemos la trayectoria ejemplar de una mujer, que en esta tierra formó un hogar, se ganó el respeto entre los comerciantes y la sociedad pero sobre todo, sigue siendo el pilar de su familia.

Yolanda Imelda Zamudio de Morales, es una mujer de buen corazón, sencilla y noble, pero sobre todo, una gran mujer que es profeta en tierra ajena, la tierra que le reconoce su grandeza como mujer.

Comentarios: morancarlos.escobar1958@gmail.com

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